La Importancia de las pruebas en el Derecho
Cuando iniciamos en la Facultad de Derecho, nos
encontramos con muchas incógnitas y expectativas de ser algo que realmente no
alcanzamos a imaginar. Es común que nos encontremos con materias que despiertan
nuestro interés, nuestra afinidad e incluso nuestra apatía. Es una mezcla de
sensaciones que sin saberlo y sin imaginarlo van creando el primer horizonte de
lo que va a ser la construcción de nuestro criterio jurídico.
Los días van transcurriendo y nuestras preguntas ya
son otras, nuestras respuestas algo diferentes a las de muchos otros, y empezamos a leer como juristas y no como el
resto de las personas. Cada una de las letras, de las palabras, de las frases
llenas de contenido y de un mensaje implícito y sabio trasciende a nuestra
formación profesional, y nos damos cuenta por primera vez que nos encontramos
en un laboratorio de científicos del ser humano, de su conducta, de sus
conflictos, de sus necesidades, de sus soluciones y de todo lo que se pueda concebir
muchas veces en una esfera social.
La transformación del Derecho no es algo que sea
real sino se transforman al mismo tiempo las Universidades, las cátedras, las
metodologías, y principalmente la
percepción de nuestras nuevas generaciones de estudiantes, que le apuesten a un
derecho basado en la economía procesal, en la efectividad de las leyes, la
tutela judicial efectiva de los derechos y la aplicación material de la
Constitución.
Sin embargo, la causa principal de este tipo de
cambios en lo que es el Derecho actual es producto en gran parte de nuestros
maestros, y cuando digo maestros me refiero a aquellos de los cuales siempre
recordaras porque en un día como cualquier otro, lograron mostrarnos como el
Derecho es la ciencia más grande y más sensible al mundo y al ser humano desde
la perspectiva social, económica, personal e incluso sicológica.
Jamás olvidaré la primera vez que escuché en una de
mis primeras clases de Teoría General del Proceso “Equivale lo mismo no tener un
derecho, a tenerlo y no poderlo demostrar”. Fue ahí donde surgió en mi
una gran pasión por aquella palabra que muchos de nosotros escuchamos a diario
en nuestras clases, que leemos en los periódicos o incluso las personas repiten
como parte de su léxico común pero que en últimas muy pocos realmente llegan a
comprender el verdadero significado de lo que es una “prueba” para el Derecho.
Si bien es importante que entendamos que es un
proceso, el papel del juez, el derecho de acción, términos, recursos, entre
otros temas de vital importancia dentro del contenido procesal y sustancial del
Derecho en el pregrado, estoy totalmente de acuerdo con mi admirado maestro
Carlos Colmenares cuando afirmaba que todo lo concerniente al tema de las
pruebas en el Derecho es de vital importancia y más, en un momento tan
importante como lo es éste, en donde nos encontramos con nuevas visiones, con
nuevos criterios productos de instituciones tan importantes como las que
dejaron el maestro Carnelutti, Calamandrei, Chiovenda, entre otros, y
acercándonos más a nuestra época, el mismo maestro Jairo Parra Quijano cuando
toma cada uno de los conocimientos que
hacen parte de su larga e importante trayectoria en el Derecho Colombiano y
Latinoamericano y nos traslada a un mundo donde al igual que Hart encontramos respuestas
en el derecho, respuestas objetivas, respuestas que son precedente de Justicia.
Las pruebas son un tema de gran interés, son un
elemento esencial con la búsqueda de esa verdad, de esa certeza que será
motivación de una sentencia judicial que materializará el derecho de una
determinada época, país, sociedad. Son aquellos que tienen la capacidad de
armar en el juez ese mapa mental y gráfico de algo que ocurrió , de algo que no
presencio, de algo que deberá ser tan perfectamente narrado que todos y cada
uno de los medios probatorios deberán encajar como en una especia de
rompecabezas que muchos denominan “unidad de la prueba” y que guiará al
juez a tomar la decisión más acertada, o a la más lejana a la realidad cuando
muchos de los que hacemos parte de este grupo de profesionales olvidamos la
importancia de entender que es la pertinencia y la conducencia de una prueba,
la aparición de nuevos medios probatorios, y la congruencia que deben tener los
hechos con éstas al momento de tener una o varias pretensiones en un proceso.
En palabras de la profesora Ángela María Buitrago, “hay
ideas que nacen pequeñas y se convierten en feroces”, y ésta, es una
idea que nace en fusión con mi alma, que día a día presencia como el Derecho y
el “proceso” más específicamente, son máximas expresiones del pensamiento que
trascienden históricamente en nuestra sociedad.
Hay días como hoy, en los que uno se encuentra
frente a diferentes hemisferios del
Derecho, y se enamora más, de lo que en realidad significa ser un
abogado. De manera casi trascendental rozamos esa “justicia material”, que
es el verdadero fin y la verdadera causa de lo que estudiamos a diario para que
se refleje en lo que muchos llegamos a entender como “la humanización de la justicia”.
Jamás olvidaré estos momentos en que las palabras de
los que ya tienen un camino marcado por la experiencia, dejaron esa inquietud,
esas ganas de entender y de arriesgarme a entender a aquellos que ya han hecho
bastante pero que no han hecho todo, y así, crear una nueva visión de lo que es
la efectividad de los derechos, tanto desde una perspectiva sustancial, como
partiendo de la huella constitucional que evidentemente se encuentra presente
en el Derecho Procesal, que aprendimos de la mano de nuestros maestros.
Muchos de nosotros tratamos de encontrar las
respuestas a un mejor sistema afuera y olvidamos que tenemos grandes
capacidades, que podemos apostarle a una transformación histórica del Derecho.
Nuestro país es casa de grandes forjadores que se han encargado no sólo de crear
un precedente y de hacer doctrina, se han encargado de regalarnos una pequeña
parte de sus alma de juristas y han logrado transmitir eso que será una
realidad cuando muchos de ellos solo se queden en nuestras memorias, en nuestro
corazón y en muchas de las bibliotecas de aquellos que al igual que ellos
pensaron que la mejor arma que el hombre podía utilizar para sí mismo, es sin
duda alguna el Derecho.
Es así como por primera vez, me arriesgo a
transmitir aquello que nace del pensamiento, para el hombre y su
transformación, en la enorme tarea de empezar a recortar mi alma en pequeños
pedacitos y dejar algo de mí en las muchas generaciones de estudiantes que se
sentirán como yo me siento hoy, cuando empiecen a dejar sus primeras huellas en
esta playa enorme y sin punto de llegada, en la que el viento pasa y las
pisadas parecen desaparecer, pero que en realidad solo cambian de lugar.